Verano y la LMP

Verano y la LMP

Empecé este sitio en febrero de este año 2018 sabiendo que iba a mudarme, en un momento del futuro, no tan sólo de país sino de continente. Ese momento llegó en mayo, y la mudanza fue mucho más difícil, desde un punto de vista tecnológico, de lo esperado. Por ende, no vi mucho beisbol entre mayo y octubre - los playoffs nomás.

Tal como dije, me mudé “al sur” en mayo, justo antes del comienzo del invierno y cuando dicho invierno llegó, sin dármelo cuenta, ya no miraba más beisbol. Parte de eso tenía que ver con lo atrasado que es el proceso de instalar internet en el país donde vivo, pero incluso después de tener internet instalado no tenía muchas ganas de ver lo que es, sin lugar a dudas, el deporte que más me importa en el mundo. Pero con la llegada de la primavera a mi rinconcito de la taberna de los mares se me dio cuenta de que no veía beisbol esta temporada porque durante todo el invierno tenía un problema con los ritmos beisbolero-circadianos: vivir en un país “del sur” significa ver el deporte veraniego por excelencia en temporada opuesta. Nunca había pensado mucho en cómo las temporadas influyen mis preferencias deportivas. O sea, sabía que en el hemisferio norte el otoño significaba el comienzo de las varias ligas internacionales de fútbol, y que cada año no solía prestar atención al beisbol hasta después de la final de la Champions, pero nunca había pensado en por qué. Tal vez sea charlatanismo, pero cuanto más calor hace, más quiero ver el beisbol.

Felizmente hay varias opciones de verlo durante el verano sureño, ya que por lo menos dos de las varias ligas invernales que componen la Serie del Caribe pasan todos sus partidos en vivo a través del internet. Puede que la LIDOM sea la mejor de las varias ligas, pero como hincha de los Padres y los Diablos Rojos del México yo he apostado por la LMP. Esta es la primera vez que presto atención a una liga invernal y hasta el momento el beisbol ha sido bastante entretenido. Se nota que el nivel de destrezas no es siempre los más alto, pero como una liga “menor” eso era de esperar. Por los vínculos históricos y actuales que existen con los Padres me he convertido en hincha de los Yaquis de Ciudad Obregón, equipo que “produjo” peloteros como Christian Villanueva, Luis Urías, y Gerardo Reyes. Según este artículo la relación entre San Diego y Ciudad Obregón no es para nada noticia nueva, así que cuando llegó la hora de escoger una escuadra no había opción cualquiera.

Como “novato” a la liga, lo más interesante para mí ha sido lo parejo que es la liga en general - barrer una serie (o sufrir una barrida) puede significar subir (o bajar) varias posiciones en la tabla. Y con el sistema de competencia de dos fases y puntos otorgados según la tabla al final de cada fase, las posiciones conllevan una importancia mucha más alta que en una temporada tradicional. Si la temporada de las Grandes Ligas es un maratón, y las temporadas cortas de la LMB son carreras de 10km, las fases de la LMP se parecen los 100 metros planos. En este sentido la LMP es beisbol disfrazado de futbol americano: perder cuatro series al hilo en la LMP hace el mismo daño que perder cuatro partidos al hilo en la NFL. Esta realidad afecta la mentalidad del hincha, porque cada partido representa tanto. A pesar de ser un hincha nuevo, los partidos de los Yaquis me dan una ansiedad completamente inesperada - si los Padres o los Diablos pierden, pues… como dice Bud Black, así es el beisbol. Pero si los Yaquis pierden un partido cerrado, es un desastre total. La verdad es que hace mucho tiempo que no me ha pasado algo parecido como hincha, y es una revelación.

En estos días mucho está pasando con la LMB - contraerá de 16 a 12 equipos el año que viene, acontecimiento más que llamativo. Y, claro, todas las noticias de la temporada baja de la MLB merecen atención. Tendré algo que escribir sobre todo eso en su momento, pero por ahora quiero gozar un poco de la nueva perla en mi vida, la Liga Mexicana del Pacifico.