Fernandomania y los Padres

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Hace unas semanas atrás los Dodgers de Los Ángeles honraron a Fernando Valenzuela. La ceremonia del 20 de Julio no fue el momento en que la franquicia rompió con su tradición - Valenzuela ahora forma parte de algo que los Dodgers llaman “Legends of Dodger Baseball” pero no hubo referencia al retiro del 34 tan asociado con el lanzador. Como “El Toro” no es (y nunca será) miembro del Salón de la Fama en Cooperstown, oficialmente los Dodgers no han retirado de circulación el dorsal que llevó. Sin embargo, ningún “Doyer” ha portado el número 34 desde que Fernando se mudó al condado Orange y los entonces California Angels en 1991.
Difícil sería exagerar la importancia histórica que tenía Valenzuela para la franquicia. Se puede resumirlo así: la relación entre los Dodgers y la población mexicana y mexicano-americana de Los Angeles nunca podía superar el primer desencuentro que ocurrió como resultado de la incautación del Chavez Ravine. Los Dodgers de los años 70, con jugadores con nombres como Steve y Ron y Burt y Bill, no reflejaban la ciudad donde jugaban. Pero con Fernando, un pibe de 20 años que encarnaba el sueño de todo inmigrante que viene a los Estados Unidos, los chicanos y mexicanos de Los Angeles podían identificarse no solo con un miembro del equipo sino con el mejor miembro del equipo. Con su llegada a los Dodgers empezó el fenómeno llamado “Fernandomania” y desde entonces los Dodgers han sido el equipo con el cual más se identifica la comunidad mexicana, no sólo en California sino en México también.
Ahora mismo los Padres, supuesto rival de los Dodgers, tienen a su propio Fernando. En cierto sentido, los dos Fernandos no podrían ser más diferentes. Valenzuela surgió de Etchohuaquila, un lugar tan pequeño que ni la palabra pueblito lo describe adecuadamente, mientras que el joven Fernando Tatís Jr. es hijo de un ex-mayorliguista y nació en San Pedro de Macorís, uno de los centros mundiales del béisbol. El Toro era un lanzador regordete, El Niño es un parador en corto y todo un atleta. Cuando llegó a Los Angeles, Valenzuela tenía un manejo de inglés tan débil que hasta su propio manager burló de ello. Tatís Jr. es casi un bilingüe nativo. A pesar de estas diferencias, existen similitudes notables, también: al igual que el Fernando que lo precedió, Fernando Tatís Jr. tenía 20 años cuando debutó en Grandes Ligas. Los dos Fernandos brillaron casi de inmediato. Valenzuela ganó el premio de Novato del Año, y sería una tontería si Tatís Jr. no lo ganara.
Lo que más los une, sin embargo, es otra cosa: ahora mismo en San Diego, por lo menos entre la afición beisbolera de la ciudad, existe un Fernandomania. Hacía mucha falta algo así. El entorno deportivo de la ciudad de San Diego siempre fue dominado por los Chargers y, si bien el continuo balanceo por parte del club de si iba a irse o no había agobiado a la mayoría de fans cuando por fin abandonó a la ciudad, el hueco que dejó era innegable. Durante todo aquello vaivén los Padres, con una negligencia casi imperdonable, no habían aprovechado del caos para meterse en lo alto de la conciencia deportiva de la ciudad. Con pocos jugadores destacados y escasos momentos de gloria lo que más describió la organización durante todo aquel período era mediocridad. No creo que exagero si digo que la última década ha sido de las más difíciles, desde el punto de vista de un fan, de la historia del equipo. Porque parecía que nosotros, los fanáticos, reconocíamos más que la organización misma la oportunidad que se le iba de las manos.
Cabe esclarecer que la situación en que se encontraban los Dodgers antes de la llegada de Valenzuela y la situación en que se encontraban los Padres antes de este año sí eran diferentes. Los Dodgers tenían (desde el momento en que llegaban a Los Angeles) la cosa que más anhelan los Padres - una tradición exitosa y ganadora. Sin embargo, como lo hizo Fernando Valenzuela cambiando para siempre la relación entre los Dodgers y el pueblo mexicano, es posible que este joven que ahora milita el campocorto de Petco Park marque un antes y después para los Padres. Es posible que Fernando Tatís Jr. represente no sólo el amanecer de un período nuevo en la trayectoria de la franquicia sino la formación de toda una nueva identidad.
Mucha gente quiere que los Dodgers retiren ya el dorsal de Valenzuela, a pesar de que El Toro no “califica” para el honor según la política del equipo - oficial o no - de sólo retirar dorsales de miembros del Salón. Desde mi punto de vista retirar un número no sería honor suficiente para reconocer lo que Fernando Valenzuela hizo por los Dodgers, porque su efecto se sintió mucho más fuera de la cancha que dentro de ella. Fernandomania versión 1.0 era mucho más para los Dodgers que tan sólo logros deportivos. La pregunta que tengo es: ¿será Fernandomania versión 2.0 lo mismo para los Padres?